Por: Heliana Medina y Carolina Acuña
En la República Dominicana se generan más de 4.0 millones de toneladas de residuos al año.
El 90% de estos desechos se vierten o se queman a cielo abierto en más de 300 vertederos informales a nivel nacional, contribuyendo a la contaminación de los océanos e impactando los recursos naturales necesarios para el desarrollo socioeconómico, según Ángel Canó, director ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía (CNE).
A nivel global, estas cifras empeoran de cara a la situación actual. Según la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), si bien el confinamiento trajo una aparente recuperación de la naturaleza, se estima que cerca del 75% del plástico generado por la pandemia de COVID-19 terminarán como desechos en los vertederos y mares, incrementando los impactos sobre el ambiente. Los residuos incrementan el riesgo de propagación de enfermedades y ponen en riesgo la salud del planeta. Por esto, su gestión adecuada y eficiente se ha convertido en una de las preocupaciones principales para los países.
Después de varios años de discusiones, en julio de este año comenzó el proceso para aprobar la la Ley Integral de Residuos Sólidos. Para Izarelly Rosillo Pantoja, doctora en Derecho Ambiental y asesora en manejo de residuos para el Banco Mundial, “no contar con una legislación frenaba el desarrollo económico del país y privaba a la ciudadanía del derecho a un ambiente sano”.
Aunque actualmente se encuentra en revisión por la Cámara de Diputados, esta Ley Integral de Residuos Sólidos y coprocesamiento representaría un avance hacia una estrategia nacional sostenible para la disposición de residuos, pues busca regular los sitios contaminados, y garantizar el derecho de toda persona a habitar en un medio ambiente sano, proteger la salud de la población, y reducir la emisión de gases de efecto invernadero provocada por la quema y disposición de los residuos.
Sin embargo, desde antes de iniciarse el proceso de aprobación y observación de la Ley, algunas comunidades ya habían dado un paso adelante en la búsqueda de soluciones por una gestión integral de residuos, como es el caso del municipio de Mao en la provincia de Valverde, ubicada al noroeste de la República Dominicana, la cual se caracteriza por sus tierras fértiles, tapizadas de arroz y racimos de bananos. El municipio es atravesado por dos canales de irrigación: Mao Gurabo y Bogaert que distribuyen agua a las fincas agrícolas, y su casco urbano está habitado por 51,647 habitantes (ONE, censo 2010).
De acuerdo con el informe de evaluación de la Junta de Regantes de Mao, la población produce aproximadamente 80 toneladas de residuos por día, de los cuales un 65% son residuos orgánicos que muchas veces terminaban en los cursos de agua dulces, especialmente en el río Yaque del Norte y los canales de riego, contaminando el agua que sirve para irrigar los cultivos.
Desde Junio de 2014, los principales actores sociales y económicos de Mao crearon el Comité “Mao Basura Cero”, un espacio de diálogo e interacción entre la Alcaldía Municipal y la comunidad organizada para conseguir la mayor reducción posible de los residuos de la ciudad, a través de la educación ciudadana y la organización de pequeños emprendimientos de reciclaje como alternativas de desarrollo económico local. “En El Samán tirábamos inconscientemente la basura al canal porque no sabíamos qué hacer con ella. Estábamos desorganizados, la gente se enfermaba, teníamos mosquitos, moscas y un hedor insostenible por la putrefacción de los desechos orgánicos.
Fue así como surgió el proyecto Mao Basura Cero. Ahora sabemos cómo separar la basura y nuestro ambiente está limpio”, dijo Maritza Simé, presidenta de la Junta de Vecinos Profesora Camila Disla, del sector El Samán. A través del proyecto Mao Basura Cero, se logró separar los residuos desde los domicilios, se llevaron a la planta para hacer abono mediante un piloto, y se hizo una campaña de concienciación, acciones que se vieron temporalmente interrumpidas por la actual crisis sanitaria, una situación de fuerza mayor que no ha permitido continuar con el proyecto, explicó Simé. Mao Basura Cero es una réplica del modelo de gestión de los residuos sólidos implementado en Las Placetas, San José de las Matas.
El Concepto Basura Cero, está orientado a reducir a lo más mínimo posible los residuos que van a los vertederos, apelando a las 3Rs: reducir, reutilizar y reciclar, aplicando la recolección selectiva y el reciclaje como modelo económico inclusivo.
La iniciativa es ejecutada por la Junta de Regantes Mao, Inc. con apoyo del Programa de Pequeños Subsidios del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PPS- SGP/FMAM/PNUD), y cuenta con la integración a través del Comité Mao Basura Cero de la Alcaldía de Mao, Fundación Héroes del Medio Ambiente, Sociedad Ecológica de Valverde, Juntas de Vecinos sectores piloto y las oficinas provinciales de los Ministerios de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Salud y Educación.
Leonardo Marte, director ejecutivo de la Junta de Regantes de Mao, explicó que la gestión inadecuada de los residuos es uno de los principales problemas ambientales. “La basura es un problema de nunca acabar, llevamos años batallando para fomentar la reducción de los residuos. Con este proyecto buscamos contribuir a la disminución de los contaminantes orgánicos persistentes en las comunidades de Mao y Jaibón Mao al reciclar la basura orgánica de los municipios y convertirla en abono orgánico apto para comercializar”.
El proyecto ha impactado 200 familias, para un total de 800 habitantes. “Realizamos jornadas de sensibilización sobre la separación de los residuos en barrios vulnerables y escuelas, aledaños a los canales. También, con apoyo de la comunidad hicimos un estudio del pesaje de residuos con el propósito de sensibilizar sobre la separación de los desechos desde los hogares”, contó Renata Gutiérrez de la Fundación Héroes del Medio Ambiente. Con este estudio, se logró separar 112.4 libras de residuos, los cuales tuvieron como destino final la planta de abono orgánico.
El empoderamiento de las mujeres sobre la gestión integral de los residuos también ha sido clave para que la comunidad asumiera el reto como una responsabilidad colectiva. “Actualmente, somos más de 20 mujeres que nos mantenemos realizando encuentros con la comunidad para monitorear que nadie tire basura, porque de vez en cuando aparece un vecino que se le olvida y hay que recordarle de no tirarla”, agregó Maritza. Maritza agradece la iniciativa y el apoyo de las autoridades, que a pesar de la pandemia cumplen religiosamente la recogida de la basura.
“La basura dejó de ser un problema en la comunidad. Nosotros estamos tan agradecidos y somos afortunados de que iniciaran el piloto del proyecto en El Samán. Ya nadie tira basura en el canal ni en la calle, aquí todos estamos educados de que debemos cuidar nuestro entorno”.
El municipio de Mao produce cada mes 1,356.24 toneladas de residuos orgánicos. El sector el Samán, donde se desarrolla la experiencia piloto, produce 21.69 toneladas por mes de residuos sólidos, de los cuales son aprovechados por la Planta de Producción de abonos más de 12 toneladas de residuos orgánicos cada mes y gracias a esta iniciativa, el municipio de Mao logró la construcción de la planta de procesamiento de abonos orgánicos con capacidad para producir más de 3 mil quintales de abonos por año, según el informe de evaluación final del proyecto de la Junta de Regantes de Mao.
Esta experiencia es un ejemplo de cómo se pueden organizar las comunidades para unir esfuerzos y conseguir beneficios colectivos sostenibles en todas sus dimensiones: ambiental, económica y social, que fomenten ciudades y consumos sostenibles, porque las leyes son importantes, pero las acciones comunitarias también.
En la República Dominicana se generan más de 4.0 millones de toneladas de residuos al año.
El 90% de estos desechos se vierten o se queman a cielo abierto en más de 300 vertederos informales a nivel nacional, contribuyendo a la contaminación de los océanos e impactando los recursos naturales necesarios para el desarrollo socioeconómico, según Ángel Canó, director ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía (CNE).
A nivel global, estas cifras empeoran de cara a la situación actual. Según la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), si bien el confinamiento trajo una aparente recuperación de la naturaleza, se estima que cerca del 75% del plástico generado por la pandemia de COVID-19 terminarán como desechos en los vertederos y mares, incrementando los impactos sobre el ambiente. Los residuos incrementan el riesgo de propagación de enfermedades y ponen en riesgo la salud del planeta. Por esto, su gestión adecuada y eficiente se ha convertido en una de las preocupaciones principales para los países.
Después de varios años de discusiones, en julio de este año comenzó el proceso para aprobar la la Ley Integral de Residuos Sólidos. Para Izarelly Rosillo Pantoja, doctora en Derecho Ambiental y asesora en manejo de residuos para el Banco Mundial, “no contar con una legislación frenaba el desarrollo económico del país y privaba a la ciudadanía del derecho a un ambiente sano”.
Aunque actualmente se encuentra en revisión por la Cámara de Diputados, esta Ley Integral de Residuos Sólidos y coprocesamiento representaría un avance hacia una estrategia nacional sostenible para la disposición de residuos, pues busca regular los sitios contaminados, y garantizar el derecho de toda persona a habitar en un medio ambiente sano, proteger la salud de la población, y reducir la emisión de gases de efecto invernadero provocada por la quema y disposición de los residuos.
Sin embargo, desde antes de iniciarse el proceso de aprobación y observación de la Ley, algunas comunidades ya habían dado un paso adelante en la búsqueda de soluciones por una gestión integral de residuos, como es el caso del municipio de Mao en la provincia de Valverde, ubicada al noroeste de la República Dominicana, la cual se caracteriza por sus tierras fértiles, tapizadas de arroz y racimos de bananos. El municipio es atravesado por dos canales de irrigación: Mao Gurabo y Bogaert que distribuyen agua a las fincas agrícolas, y su casco urbano está habitado por 51,647 habitantes (ONE, censo 2010).
De acuerdo con el informe de evaluación de la Junta de Regantes de Mao, la población produce aproximadamente 80 toneladas de residuos por día, de los cuales un 65% son residuos orgánicos que muchas veces terminaban en los cursos de agua dulces, especialmente en el río Yaque del Norte y los canales de riego, contaminando el agua que sirve para irrigar los cultivos.
Desde Junio de 2014, los principales actores sociales y económicos de Mao crearon el Comité “Mao Basura Cero”, un espacio de diálogo e interacción entre la Alcaldía Municipal y la comunidad organizada para conseguir la mayor reducción posible de los residuos de la ciudad, a través de la educación ciudadana y la organización de pequeños emprendimientos de reciclaje como alternativas de desarrollo económico local. “En El Samán tirábamos inconscientemente la basura al canal porque no sabíamos qué hacer con ella. Estábamos desorganizados, la gente se enfermaba, teníamos mosquitos, moscas y un hedor insostenible por la putrefacción de los desechos orgánicos.
Fue así como surgió el proyecto Mao Basura Cero. Ahora sabemos cómo separar la basura y nuestro ambiente está limpio”, dijo Maritza Simé, presidenta de la Junta de Vecinos Profesora Camila Disla, del sector El Samán. A través del proyecto Mao Basura Cero, se logró separar los residuos desde los domicilios, se llevaron a la planta para hacer abono mediante un piloto, y se hizo una campaña de concienciación, acciones que se vieron temporalmente interrumpidas por la actual crisis sanitaria, una situación de fuerza mayor que no ha permitido continuar con el proyecto, explicó Simé. Mao Basura Cero es una réplica del modelo de gestión de los residuos sólidos implementado en Las Placetas, San José de las Matas.
El Concepto Basura Cero, está orientado a reducir a lo más mínimo posible los residuos que van a los vertederos, apelando a las 3Rs: reducir, reutilizar y reciclar, aplicando la recolección selectiva y el reciclaje como modelo económico inclusivo.
La iniciativa es ejecutada por la Junta de Regantes Mao, Inc. con apoyo del Programa de Pequeños Subsidios del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PPS- SGP/FMAM/PNUD), y cuenta con la integración a través del Comité Mao Basura Cero de la Alcaldía de Mao, Fundación Héroes del Medio Ambiente, Sociedad Ecológica de Valverde, Juntas de Vecinos sectores piloto y las oficinas provinciales de los Ministerios de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Salud y Educación.
Leonardo Marte, director ejecutivo de la Junta de Regantes de Mao, explicó que la gestión inadecuada de los residuos es uno de los principales problemas ambientales. “La basura es un problema de nunca acabar, llevamos años batallando para fomentar la reducción de los residuos. Con este proyecto buscamos contribuir a la disminución de los contaminantes orgánicos persistentes en las comunidades de Mao y Jaibón Mao al reciclar la basura orgánica de los municipios y convertirla en abono orgánico apto para comercializar”.
El proyecto ha impactado 200 familias, para un total de 800 habitantes. “Realizamos jornadas de sensibilización sobre la separación de los residuos en barrios vulnerables y escuelas, aledaños a los canales. También, con apoyo de la comunidad hicimos un estudio del pesaje de residuos con el propósito de sensibilizar sobre la separación de los desechos desde los hogares”, contó Renata Gutiérrez de la Fundación Héroes del Medio Ambiente. Con este estudio, se logró separar 112.4 libras de residuos, los cuales tuvieron como destino final la planta de abono orgánico.
El empoderamiento de las mujeres sobre la gestión integral de los residuos también ha sido clave para que la comunidad asumiera el reto como una responsabilidad colectiva. “Actualmente, somos más de 20 mujeres que nos mantenemos realizando encuentros con la comunidad para monitorear que nadie tire basura, porque de vez en cuando aparece un vecino que se le olvida y hay que recordarle de no tirarla”, agregó Maritza. Maritza agradece la iniciativa y el apoyo de las autoridades, que a pesar de la pandemia cumplen religiosamente la recogida de la basura.
“La basura dejó de ser un problema en la comunidad. Nosotros estamos tan agradecidos y somos afortunados de que iniciaran el piloto del proyecto en El Samán. Ya nadie tira basura en el canal ni en la calle, aquí todos estamos educados de que debemos cuidar nuestro entorno”.
El municipio de Mao produce cada mes 1,356.24 toneladas de residuos orgánicos. El sector el Samán, donde se desarrolla la experiencia piloto, produce 21.69 toneladas por mes de residuos sólidos, de los cuales son aprovechados por la Planta de Producción de abonos más de 12 toneladas de residuos orgánicos cada mes y gracias a esta iniciativa, el municipio de Mao logró la construcción de la planta de procesamiento de abonos orgánicos con capacidad para producir más de 3 mil quintales de abonos por año, según el informe de evaluación final del proyecto de la Junta de Regantes de Mao.
Esta experiencia es un ejemplo de cómo se pueden organizar las comunidades para unir esfuerzos y conseguir beneficios colectivos sostenibles en todas sus dimensiones: ambiental, económica y social, que fomenten ciudades y consumos sostenibles, porque las leyes son importantes, pero las acciones comunitarias también.
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