Una mañana de mayo un grupo de hermanas
decidimos salir a caminar por los campos de aquellas tierras que han parido
grandes hombres y mujeres que han hecho camino al andar, Navarrete.
El reloj marcaba las nueve de la mañana,
nosotras firmes al caminar, cuando de repente nos sorprendió aquel terreno
dedicado a la siembra de limones. En ese mismo instante recibimos una llamada
del buen amigo lejano que hace vida en los Estados Unidos, Marito, y nos dice
como va lo cosa, surgió una conversación, les decíamos que caminábamos frente a
un terreno de cultivo de frutas de limones, oh que casualidad, sorpresa nos
dimos, luego pregunta el navarretense ausente,
más o menos por donde andan ustedes, le narramos el paseíto que hacíamos,
una pausa y nos dice, esas tierras por donde ustedes pasan son de mi propiedad,
y de inmediato nos comenta, gentilmente, voy a llamar a los trabajadores de la
finca para que le permitan entrar y llevarse lo que ustedes se antojen.
Un portón de verjas de color
marrón era abierto por los colaboradores de aquel terreno sembrado de
limones, amablemente, ellos al ver el cuarteto de mujeres jóvenes sonreían
hasta más no poder, al día de hoy le dicen a su patrón que grata visita las de
esas mujeres, nos alegraron la mañana, esta hacienda necesita recibir visitas
más a menudo como las de hoy.
No pasó un segundo para que tomáramos las
riendas y nos adueñáramos de aquellos árboles frutales, una cosecha prospera,
innumerables razones para usarlo, infinitos los beneficios que nos proporciona
y su valor nutricional, previenen enfermedades, su fruto tiene
un alto contenido en vitamina C, además del las múltiples utilidades que le
damos en el hogar, en situaciones de
salud y cocinar alimentos.
Pues les cuento que a lo largo del
recorrido de las plantaciones cítricas, mis hermanitas, Yomaris Josefina,
Ivelisse del Carmen, Idelka de los Ángeles, no dejábamos de percibir ese rico olor que
nos transportaba a un remanso de paz.
Llevándonos de la frase que dice; en la
vida hay que dar para recibir, nos fuimos al pueblo a repartir limones y al
final nos quedamos sin limones, un desenlace feliz, pero sin limones. Ja, ja,
ja, ja, ja, ja, ja.
Un canto de amor a los limones de mi
patio.
Que vivan los limones de mi tierra.
Me pregunto, ¿Cómo sería la vida sin
limones?.
Hasta otra entrega
Que Dios les bendiga!
benoit181182@gmail.com
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