Por
Andrés Beato Betances
"Usted no puede evitar
que los problemas golpeen
a su puerta.
Pero no hay necesidad
de ofrecerle una silla".
Joseph Joubert
La corrupción representa uno de
los principales problemas en América Latina, específicamente en
República Dominicana en donde los funcionarios públicos, los funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley no pueden desempeñar sus funciones con
honradez porque violentan la Carta Magna,
considerada por el fallecido presidente Doctor Joaquín Balaguer Ricardo
como un pedazo de papel mientras el mandatario no tiene las agallas para
combatirla porque la misma es el gobierno.
Los ciudadanos deben ser
más exigentes con los representantes que van a elegir y el
presidente con los funcionarios del Estado que vaya a nombrar.
Desde la Primera República, época en la
que Pedro Santana y su caterva traicionaron a los miembros de La
Sociedad Secreta La Trinitaria, nuestros políticos han cohibido la
estabilidad de las gentes y una gran representación se auxilia emigrando y
buscando a modo el lenguaje popular dominicano: "como toros" con
las cornamentas apropiadas y bien ajustadas.
El escenario político se vuelve
cada vez más caliente y hay que cortar la temperatura con los filos de una
navaja, por lo que es necesario que determinados dirigentes abandonen las ideas
de "sálvese quien puedas", y en particular con la fermentación de
la corrupción que está al por mayor y al detalle para los facinerosos
que la apetezcan.
Esta operación empieza desde el inicio
de campaña asentando en las de no perder de vistas a
auténticas organizaciones políticas, al recorrido de estar establecidas a
las categorías de empresas contratistas que colectan 500 dólares por
clavos.
Ciertas de estas entidades tras
enseñar los dientes hay que servirles con el Dike o
Dicea, que en la mitología griega personificaba la Divinidad
de la Justicia.
Se reseñaba que esta mujer vigilaba
las barbaridades que cometen los humanos y le informaba a Zeus para
que castigara a los culpables de las malas prácticas sociales.
Jesucristo, en sus caminatas pastoril les dijo a sus discípulos que la sal es
buena pero si se vuelve insípida no puede salar otra vez, no sirve para
nada, es decir, que la sal de la corrupción tampoco sirve ni para sazonar
la tierra.
Es tiempo de que los funcionarios y
políticos de la oposición dejen de darse golpes de pechos y pongan
más atenciones a problemáticas nacionales sin tararear tantas
hipocresías.
Entiendan de igual modo, que un
verdadero líder es alguien que conoce el camino, anda el camino y muestra
el camino, pensando siempre en el bienestar colectivo, en los
desposeídos que también saben pisar la tierra con el velo brillante
de la apreciación.
Los que dicen llamarse líderes en
los últimos años únicamente los que han hecho es enseñarle a nuestra
juventud el camino de la corrupción, que obstaculiza el progreso de la
población en general, incluyendo a muchos profesionales. (Fenomenal
educación!).
El liderazgo no debe ser un capricho
utilizado en el tiempo y en el lugar inadecuado, significa concentrarse en
las habilidades para dirigir y gobernar con Don de Mandos y
poner a pruebas la honestidad, que es la voluntad para liberarse de cargas
emocionales innecesarias y no dejar que el barco se hunda.
Cada cuatro años en nuestro país
compran votos y venden almas, sencillas formas para engañar al
pueblo.
Esperan una vez más que les brinden
otras oportunidades porque quieren ser como Mickey Mouse: tan adorables! y que
la gente olvide que son impostores, ladrones y traidores.
Recuerden mis gentes, no importa cuantas
veces la serpiente muda de piel...siempre será serpiente.
La pregunta de la actualidad es:
De qué ha valido aprobar la ley
4400 que promueve la lectura en las escuelas del primer libro de la humanidad,
la Biblia que es la palabra de Dios y aparece en
nuestro emblema patrio, si bien un gran porcentaje de los jefes de familias en
los hogares dominicanos son culpables tras inculcarles a sus hijos que tienen
que ser ricos a como dé lugar para salir de la pobreza y aparentar los que
no son en la sociedad?
Por más que saltemos como los
canguros en el desierto australiano los valores morales y cívicos se
perdieron por completos.
A veces es preciso un poco de locura y
saber dar los pasos correctos sin permitir que los brazos tuerzan ni que tus
emociones dominen sobre tu inteligencia.
Es entendible que en el sistema en el cual
vivimos la paciencia aún siendo una virtud que tiene más poder que la
fuerza, muchas de nuestras personas no la consideren de tal modo por la gran
desesperación y competencia reinante de quién ostente más
recursos económicos o llegue primero a la meta.
Alissa Vienna, filósofa y escritora
rusa fallecida en 1982 en la ciudad de New York escribió este meditado
mensaje: "Cuando adviertas que para producir necesitas obtener
autorización de quienes no producen nada: cuando compruebes que el dinero
fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores; cuando percibas
que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su
trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario,
son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la
corrupción es recompensada y la honradez se convierta en un
auto-sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que la
sociedad está condenada".
Sostengo desde la humilde guarida en
donde vivo que la política es un juego feo en donde los dirigentes
requieren de muchas habilidades para mover las fichas del ajedrez y lograr
que otros hagan los indispensables por ellos luego de perder
las vergüenzas.
Quienes los obedecen pierden
también respetos de los amigos y familiares, así como de los
mismos gatos que se volvieron malos agradecidos con la llegada de los perros
hambrientos y rabiosos que todavía no asimilan que la
corrupción es la sal que no sirve para nada.
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